Por qué los almendros florecen cada febrero?

El cuadro “Almendro en flor” es una de las más llamativas obras por Vincent  Van Gogh.  La fuente de su inspiración era el nacimiento de su sobrino al principio de 1890. Cuando Van Gogh se informó del acontecimiento alegre, empezó una pintura con la que quería decorar el dormitorio de los padres y el niño. El tema que eligió  eran las ramas blancas de unos almendros florecidos contra un cielo azul. Esos árboles suelen florecer el febrero de cada año y anuncian el comienzo de la primavera. Para Van Gogh, simbolizan la resucitación de la naturaleza y representaban la imagen más elocuente para celebrar el nacimiento de un niño.

Todos quedamos fascinados con la orgia de flores de los almendros que asoman por las vallas de parques o decoran los lados de las carreteras. Es un espectáculo precioso que nos recuerda la llegada de la primavera y el ciclo de las estaciones. ¿Os interesaría saber porque los almendros florecen  siempre en febrero de cada año? ¿Cómo es posible que sepan cuándo es el momento idóneo? 



En la primavera las flores del almendro surgen a partir de unos órganos conocidos como las yemas de flor. Durante el invierno las yemas mantienen las células reproductivas encerradas y así las protegen de las condiciones desfavorables como el frio o la desecación.



El proceso que suspende el crecimiento visible de las yemas es un mecanismo adaptivo que se llama dormancia y permite a la planta sincronizar su desarrollo con las condiciones ambientales. Durante esa fase, la llegada de las bajas temperaturas y de los días de corto periodo de luz "avisan" la planta que reduzca su actividad metabólica y detener el desarrollo de su tejidos. Este fenómeno es común en zonas geográficas con fluctuaciones temporales a lo largo del año y protege los organismos de los cambios bruscos del tiempo. 

El almendro no reanude su floración hasta que las yemas no hayan cubierto una cierta cantidad de horas con exposición a condiciones de frio. A partir de ese momento, se desencadenan unos mecanismos fisiológicos y bioquímicos que promueven el crecimiento en respuesta a las condiciones más suaves de primavera.




Hoy el cambio climático pone en peligro ese mecanismo adaptivo que garantiza la reproducción de las plantas en condiciones favorables. La posible subida de 1-2 oC de la temperatura promedia del planeta suavizará los inviernos y perturbará la función de ese reloj biológico, afinado por milenios de selección natural. 


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